SALA 4
(Presentación y contenidos)
La presencia de un monarca renacentista, Felipe II, amante de las artes y patrono de pintores como Tiziano, domina este espacio dedicado a la escultura, que incluye el pequeño busto que se atribuye a uno de sus artífices favoritos, el italiano Pompeo Leoni. Como la pintura, la escultura también fue capaz de hacerse pequeña, sin perder por ello su grandeza, para ocupar espacios íntimos dedicados al culto de la Antigüedad clásica, como demuestra el bello Meleagro herido, exquisito ejemplo del manierismo toscano de Silvio Cosini, o los relieves, casi transparentes, de alabastro. La escultura, con su nobleza tradicional, fue un arte al servicio de los poderosos; resaltó su gloria y dejó constancia de sus facciones. En el Renacimiento conllevaría, además, una recuperación voluntaria del retrato romano, como se aprecia en el mencionado busto de Felipe II, o en el relieve dedicado a Francisco I de Medici, del flamenco Giambologna, afincado en Florencia. El influjo de Durero se expresa también aquí con una copia en marfil de su famoso grabado de Adán y Eva, que había sido compendio de sus estudios sobre las proporciones humanas, y que se debe al prolífico escultor alemán Hering Loy. En esa misma línea de medida y conocimiento del cuerpo se encuadra un raro maniquí articulado, atribuido a Durero o a su círculo inmediato, que evidencia una nueva práctica artística que reside en el dibujo constante de modelos del natural o, a falta de ellos, como en este caso, de un pequeño ingenio que permitía sustituirlos, variando las actitudes y posiciones del cuerpo y de sus miembros.






SALA 5
(Presentación y contenidos)
Preside la sala una estatua de Afrodita, copia romana, reducida, de un famoso original perdido del siglo V a. C. El orden perfecto, clásico y breve en el tiempo, visible en laSagrada Familia del cordero de Rafael, se refleja en tono amable en el diminuto San Juan Bautista con el cordero de Andrea del Sarto, y el gusto por la representación del colorido, de lo atmosférico y del lujo de los venecianos, en el Moisés salvado de las aguas de Veronese. El impulso que los venecianos dieron al claroscuro, con escenas nocturnas y ambiciosos contrastes lumínicos, se ilustra con la Adoración de los pastores de Jacopo Bassano y laCoronación de espinas de su hijo Leandro. En ella, este último usó como soporte la pizarra, empleada también por Sebastiano del Piombo en obras como Cristo con la Cruz a cuestas, de colorido sombrío y melancólico, que imitará, sobre tabla, Luis de Morales. El manierismo de figuras alargadas, actitudes violentamente forzadas y colores ácidos se muestra en obras del norte de Italia: losDesposorios de la Virgen de Mazzuchelli, un boceto al óleo sobre papel, y la Huida a Egipto de Cerano. El anuncio del naturalismo clasicista, ya en los umbrales del siglo XVII, está reservado a dos de sus máximos exponentes: Annibale Carracci, con su Virgen con el Niño y san Juan, y Guido Reni, con su martirio y gloria de santa Apolonia.


















Nota: Los textos que acompañan esta entrada han sido extraídos de la pequeña guía de mano que acompaña la visita a la exposición.
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