y otros mil…
y se van, como la música cuando calla.
Dejaron caer del cielo,
gotas de furiosos rencores.
Tronchó un retallo
y con su mirada recogió la flor,
y con ella errante…
fue devolviendo las gotas púrpuras al cielo.
Así, le amaneció la noche,
y con brisas de magón
reencontró el Mar…
y recordó su luz.
A mi madre.
De «Carminidades» 1981.
C.R. Ipiéns

Preciosos versos, mi estimado, limpios y cuidados, ligeros. Me han encantado.
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