En esta acuarela, el árbol se erige como una figura silenciosa y sólida, en medio de un paisaje (wet on wet) que vibra con texturas húmedas y capas de luz tamizada. La paleta —dominada por verdes apagados (Undersea green, Tiger’s eyes) óxidos suaves y un azul profundo casi mineral—. No hay horizonte definido; el espacio parece surgir desde la emoción, como si la escena fuera una memoria más que un lugar.
El trazo del tronco, oscuro y vertical, ancla la composición, mientras que las ramas, finas y abiertas (su tejido ‘neuronal’), susurran un lenguaje secreto con el cielo. Todo respira lentitud. El espectador queda invitado no a mirar, sino a permanecer, como si también él pudiera arraigarse en esa calma que el árbol ofrece. Este cuadro no representa simplemente un árbol: lo encarna como símbolo de resistencia íntima, de escucha, de presencia callada en medio del mundo que se disuelve alrededor.
Haiku de Matsuo Bashō (Oku no Hosomichi):
‘Por las sendas de OKU’
木のもとに
涼しさしのぐ
座禅かな
Ki no moto ni / suzushisa shinogu / zazen kana
Bajo el árbol,
refugio en la frescura,
medito en calma.
Este haiku resuena con la imagen: árbol como refugio, sombra como alivio, instante como eternidad.
